Más allá de los múltiplos: qué define el verdadero valor de una empresa
Más allá de los múltiplos: qué define el verdadero valor de una empresa
“Claro, esa empresa debe valer al menos 6 veces EBITDA”...
“en esa industria el múltiplo de ventas es de 2x”...
“jamás, 5 veces EBITDA es regalar la compañía”....
Son frases que circulan con soltura en reuniones sociales, en el campo de golf, en juntas directivas o incluso en reportes de prensa económica. Detrás de esa aparente simplicidad se esconde una confusión bastante extendida: la idea de que el valor de una empresa se calcula aplicando directamente un múltiplo sobre una cifra contable o financiera. La realidad es otra, y vale la pena explicarla.
Cuando hablamos acerca del valor de una empresa, estamos hablando del Enterprise Value (EV), o valor de la operación. Este es el valor total del negocio, que refleja la capacidad futura de generar flujos de caja —es decir, dinero libre que puede utilizarse para crecer, pagar deudas o repartir utilidades. El verdadero valor de una empresa está, por tanto, en su futuro: en su modelo de negocio, en su equipo humano, en sus ventajas competitivas y en su habilidad para sostener y escalar esas fortalezas.
¿Qué papel juegan entonces los famosos múltiplos?
Los múltiplos —como 6x EBITDA o 2x ventas— son en realidad una forma de expresar o comparar el valor de una empresa, una vez que este ya fue calculado. Son el resultado de una división: el valor total (EV) entre algún indicador financiero, como el EBITDA o los ingresos o el número de habitaciones en el caso de un hotel. Sirven como punto de referencia para entender el valor de una empresa respecto al valor de otras similares en su industria. Pero no son fórmulas mágicas.Supongamos que alguien dice que su empresa vale “6 veces EBITDA” porque vio que otra del mismo sector se vendió a ese múltiplo. Es como decir que una casa vale lo mismo que otra solo porque ambas tienen tres cuartos. Sin considerar la ubicación, el estado del inmueble, los acabados, o si una tiene vista al mar y la otra al parqueo del supermercado.
En el caso de las empresas, hay múltiples factores que pueden hacer que el múltiplo “aceptable” varíe muchísimo: tasa de crecimiento esperada, márgenes, perfil de clientes, dependencia de pocos contratos, barreras de entrada, capital intensivo, solidez del equipo gestor entre muchos otros.
Un múltiplo sin contexto es como una brújula sin norte.
El proceso profesional para valorar una empresa parte desde otro lugar. Parte de entender a profundidad el negocio: cómo genera valor, cómo se monetiza, qué lo hace competitivo y cómo se proyecta ese desempeño hacia adelante. Este análisis lleva a construir una proyección razonable de los flujos de caja futuros de la empresa, ajustados por riesgo y por el valor del dinero en el tiempo.Ese ejercicio de valoración se conoce como descuento de flujos de caja (DCF, por sus siglas en inglés). Y sí, puede sonar técnico, pero no es más que una herramienta para responder una pregunta fundamental: ¿cuánto vale hoy el dinero que esta empresa podrá generar en los próximos años?
Una vez que se llega a ese valor presente de los flujos futuros —ese EV del que hablábamos antes—, se puede expresar como múltiplo sobre EBITDA, ventas u otro KPI, para poderlo comparar con otras empresas o transacciones. Pero el múltiplo no se inventa; se deriva. Y si este es alto o bajo en relación con otras empresas o transacciones recientes es por aspectos estructurales de la empresa.
¿Para qué sirve entonces hablar de múltiplos?
Una vez que se ha calculado el valor real de una empresa mediante una metodología como el descuento de flujos de caja, los múltiplos pasan a cumplir un rol más funcional que determinante. Sirven para:- Comparar: No para saber si la empresa está siendo valorada por encima o por debajo del promedio del sector, sino para preguntarse con mayor fundamento si realmente lo vale. El múltiplo permite colocar la empresa en un espectro relativo frente a otras comparables, pero la diferencia entre ellas —aunque se exprese como un número— responde a diferencias estructurales e intrínsecas: modelo de negocio, márgenes, perfil de riesgo, crecimiento esperado, entre otras. En ese sentido, los múltiplos ayudan a poner en contexto el valor, no a definirlo.
- Comunicar: Facilitan la conversación entre empresarios, inversionistas y asesores. Son una forma sencilla de traducir el resultado de una valoración compleja en algo que se puede comparar y discutir. “Esta empresa vale 7 veces EBITDA” es más digerible que explicar todo el modelo financiero detrás, aunque ese modelo sea el verdadero sustento del número.
- Negociar: Aquí hay matices. El múltiplo promedio del sector puede servir como una referencia o incluso como herramienta de negociación para “empujar” el valor hacia arriba en una transacción. Pero el rango válido de negociación lo define, en realidad, el análisis de flujos descontados. Ese es el punto de partida sobre el cual asesores y banqueros de inversión construyen una estrategia de posicionamiento en el mercado. El múltiplo ayuda a defender ese valor en conversaciones con potenciales compradores o socios, pero no lo determina por sí solo.
Una invitación a mirar más profundo
Valorar una empresa no debería ser un ejercicio superficial. Es un proceso riguroso que obliga a entender qué mueve realmente el negocio: cómo crece, cómo genera efectivo y qué tan sostenible es esa generación en el tiempo. Ese análisis se traduce, mediante un modelo de descuento de flujos de caja, en una estimación bien fundamentada del valor económico del negocio. Solo entonces, y como resultado de ese proceso, es que puede expresarse ese valor en términos de múltiplos. Pero no se pueden lanzar múltiplos al aire sin antes haber hecho el trabajo de entender y valorar profesionalmente la empresa.Y sí, al final del día, toda empresa vale lo que alguien esté dispuesto a pagar por ella. Pero es mucho más probable obtener un precio justo —e incluso maximizarlo en una transacción— cuando se parte de una valoración profesional, que conecta los fundamentos del negocio con su capacidad real de generar valor en el tiempo. Este proceso, además, permite alinear las expectativas de los accionistas con el verdadero valor económico del negocio, sentando una base sólida para negociar con claridad y convicción. Los múltiplos podrán ayudar a expresar ese valor, pero son los flujos los que lo definen.
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